
A la hora de considerar si es caro o barato vamos a intentar responder a dos ejes fundamentales: uno es si se paga demasiado para lo que es y el otro es si se paga demasiado para lo que obtendremos.
Respecto al primer caso, el precio de las sesiones de una hora oscilan entre los 40-80 euros. No hay un precio fijado, aunque sí que fijamos el precio siguiendo la recomendación del Colegio profesional de cada comunidad autónoma. Por lo tanto, cada profesional decide su precio final en función de muchos factores, como los gastos del despacho, alquileres, cuota del colegio de psicólogos, cuota de autónomos, seguro de responsabilidad civil, retenciones, etc. Estos gastos son los similares a otros profesionales de la salud como pediatras, ginecólogos, traumatólogos, dentistas, etc.
Además, esta profesión requiere actualizarse y ofrecer lo mejor y más eficaz para nuestros clientes por lo que estar actualizados es fundamental. Hay que sumar los gastos en libros, seminarios, cursos, revistas científicas... que realizamos y que garantizan a nuestros clientes una formación completa y eficaz. También hay que añadir el coste de las pruebas psicológicas, que es muy elevado.
Por otro lado, podemos hablar del tiempo de dedicación, éste no se limita a la hora que está el cliente en la sesión, sino que hay que sumarle el tiempo de preparación previo y la gestión de la información posterior a la sesión, preparación de la sesión siguiente, el tiempo de corrección de las pruebas, la elaboración de informes… Esto hace que el número de horas disponibles para estar con clientes no sea de 8 horas diarias, sino muchas menos.
Otros profesionales del sector sanitario pueden ver tres o cuatro pacientes por hora, mientras que los psicólogos podemos ver ese número en toda una jornada de trabajo. Mi trabajo no se limita a recordar lo que hemos hecho hasta ahora, sino todo lo que nos han explicado, sus aficiones, gustos, relación con su familia, etc, para conocerlo en profundidad y poder diseñar un tratamiento 100% personalizado y adaptado al cliente y eficaz para su problema en el menor tiempo posible, todo ello sin sobrecargarse, puesto que un psicólogo muy sobrecargado de trabajo jamás podrá recordar con ese nivel de detalle y hacer un tratamiento tan específico.
Respecto a si pagamos demasiado por lo que obtenemos, es algo que no se puede cuantificar. ¿Cuánto puede valer recuperar una relación de pareja?; ¿Y dejar de refugiarnos en el trabajo y recuperar las ganas de llegar a casa y de disfrutar de la familia?; ¿Cuánto pagaríamos por dejar de ver a un hijo sufrir?...
Acudir a un profesional y realizar un tratamiento de algunas semanas o meses es un gasto importante, pero lo más probable es que no te haga falta acudir de nuevo a una consulta y que las herramientas que aprenderás te permitirán afrontar los problemas y los retos de ahí en adelante de forma distinta, con energía, con positividad, con recursos suficientes para superar las adversidades… siempre y cuando sigan utilizándolas.
El bienestar psicológico, el equilibrio personal, la armonía en la familia… en definitiva, el disfrutar de la vida y ser felices tiene un valor incalculable, aunque seguimos sin darle el valor que se merece.
Respecto al primer caso, el precio de las sesiones de una hora oscilan entre los 40-80 euros. No hay un precio fijado, aunque sí que fijamos el precio siguiendo la recomendación del Colegio profesional de cada comunidad autónoma. Por lo tanto, cada profesional decide su precio final en función de muchos factores, como los gastos del despacho, alquileres, cuota del colegio de psicólogos, cuota de autónomos, seguro de responsabilidad civil, retenciones, etc. Estos gastos son los similares a otros profesionales de la salud como pediatras, ginecólogos, traumatólogos, dentistas, etc.
Además, esta profesión requiere actualizarse y ofrecer lo mejor y más eficaz para nuestros clientes por lo que estar actualizados es fundamental. Hay que sumar los gastos en libros, seminarios, cursos, revistas científicas... que realizamos y que garantizan a nuestros clientes una formación completa y eficaz. También hay que añadir el coste de las pruebas psicológicas, que es muy elevado.
Por otro lado, podemos hablar del tiempo de dedicación, éste no se limita a la hora que está el cliente en la sesión, sino que hay que sumarle el tiempo de preparación previo y la gestión de la información posterior a la sesión, preparación de la sesión siguiente, el tiempo de corrección de las pruebas, la elaboración de informes… Esto hace que el número de horas disponibles para estar con clientes no sea de 8 horas diarias, sino muchas menos.
Otros profesionales del sector sanitario pueden ver tres o cuatro pacientes por hora, mientras que los psicólogos podemos ver ese número en toda una jornada de trabajo. Mi trabajo no se limita a recordar lo que hemos hecho hasta ahora, sino todo lo que nos han explicado, sus aficiones, gustos, relación con su familia, etc, para conocerlo en profundidad y poder diseñar un tratamiento 100% personalizado y adaptado al cliente y eficaz para su problema en el menor tiempo posible, todo ello sin sobrecargarse, puesto que un psicólogo muy sobrecargado de trabajo jamás podrá recordar con ese nivel de detalle y hacer un tratamiento tan específico.
Respecto a si pagamos demasiado por lo que obtenemos, es algo que no se puede cuantificar. ¿Cuánto puede valer recuperar una relación de pareja?; ¿Y dejar de refugiarnos en el trabajo y recuperar las ganas de llegar a casa y de disfrutar de la familia?; ¿Cuánto pagaríamos por dejar de ver a un hijo sufrir?...
Acudir a un profesional y realizar un tratamiento de algunas semanas o meses es un gasto importante, pero lo más probable es que no te haga falta acudir de nuevo a una consulta y que las herramientas que aprenderás te permitirán afrontar los problemas y los retos de ahí en adelante de forma distinta, con energía, con positividad, con recursos suficientes para superar las adversidades… siempre y cuando sigan utilizándolas.
El bienestar psicológico, el equilibrio personal, la armonía en la familia… en definitiva, el disfrutar de la vida y ser felices tiene un valor incalculable, aunque seguimos sin darle el valor que se merece.