Las estrategias en PNL
Uno de los aspectos más importantes de la PNL es el modelado. El modelado consiste en tomar a una persona que hace algo extraordinariamente bien y estudiar la secuencia de acciones que realiza. Generalmente uno se quedaría en observar los aspectos externos del proceso. Sin embargo, gran parte del trabajo tiene lugar en el interior, lo que hace que haya que indagar en las creencias, los valores, el diálogo interno e infinidad de aspectos sutiles en el desempeño de esa persona al hacer lo que hace.
La PNL entiende la conducta humana en general como secuencias de elementos básicos, series de actividades realizadas por nuestros sistemas sensoriales: vista, oído y tacto (que comprende sensaciones físicas, olfato y sabor). De esta manera, una estrategia es una secuencia de acciones que llevamos a cabo para obtener un resultado en particular.
Supongamos que he tomado una decisión y te comento: “He mirado tu oferta preguntándome si encajaría con lo que yo quiero. Al comparar me di cuenta de que otras opciones tenían un enfoque más cercano a mi perspectiva, y por eso tengo la sensación de que debo declinar tu propuesta”. La PNL entiende que no sólo estoy rechazando una determinada oferta, sino que además estoy expresando cómo he llegado a tomar esa decisión. En este caso estaría explicando cuál es mi estrategia de toma de decisiones y cómo están involucrados en ella los tres sistemas representativos: visual, auditivo y cinestésico. Las palabras que usamos son un reflejo de nuestra manera de pensar.
Nuestros sistemas sensoriales pueden trabajar de tres maneras diferentes: percibiendo estímulos externos, procesando los mismos y emitiendo señales visibles, audibles o palpables al exterior. Por tanto, cada ser humano realiza actividades del tipo “input”, procesamiento y “output”. El despliegue de las actividades sensoriales sigue un orden determinado de fases que cada uno, con el tiempo, ha desarrollado de manera más o menos espontánea en función de su utilidad. La PNL llama estrategias a estas secuencias de actividades sensoriales compuestas con arreglo a unas reglas determinadas.
Los seres humanos desarrollamos a lo largo de nuestro historial de aprendizaje un sinfín de estrategias (por ejemplo, para leer un libro, para limpiar una ventana o para tomar una decisión), aumentando así nuestro repertorio de conductas. Muchas de estas estrategias son adecuadas y eficaces. Muchas otras, sin embargo, son deficientes o simplemente no existen, en parte debido a que nuestro actual sistema educativo está mucho más enfocado a la transmisión de contenidos que a explicarnos cómo podemos aprender de una manera apropiada.
Por otra parte, una fobia es un ejemplo de estrategia muy deficiente. En una fobia, un determinado estímulo externo inicia una serie de acciones internas que culminan en una determinada representación interna que resulta terrorífica. Comprendiendo que se trata tan sólo de una estrategia, es posible analizar y recomponer la misma para producir unos resultados mucho más agradables.
Ejemplo de estrategia
Contamos con estrategias incluso para los actos más sencillos como, por ejemplo, leer. Durante la lectura dirigimos los ojos hacia las palabras impresas, con lo cual adquirimos una imagen visual externa. Después, pronunciamos esas palabras en nuestro interior mediante el sistema auditivo interno (la voz en la cabeza), y es al hacerlo cuando accedemos a todo el contenido asociado a esa palabra (significados, experiencias, emociones, etc). Esta es la estrategia más habitual para la lectura. Sin embargo, hay estrategias más eficaces.
Algunas personas pueden acceder a los contenidos de las palabras sin necesidad de utilizar el sistema auditivo interno. Es decir, no leen en voz alta en su interior cada una de las palabras, sino que al observar las palabras impresas acceden directamente a su significado. Mediante esta estrategia es posible leer mucho más rápido.
En muchos casos es relativamente sencillo corregir una estrategia deficiente; basta con diseñar la nueva secuencia y probarla. Sin embargo, en el caso de la lectura, la cohesión entre las fases de auditivo interno y el acceso al significado es tan potente que el lector es incapaz de abarcar el significado de las palabras limitándose a la vía visual. En tales casos es preciso recurrir a técnicas de modificación especialmente eficaces. De cualquier modo, será necesaria la voluntad y la práctica para hacer arraigar la nueva estrategia.
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Puedes contactar con el autor aquí.
La PNL entiende la conducta humana en general como secuencias de elementos básicos, series de actividades realizadas por nuestros sistemas sensoriales: vista, oído y tacto (que comprende sensaciones físicas, olfato y sabor). De esta manera, una estrategia es una secuencia de acciones que llevamos a cabo para obtener un resultado en particular.
Supongamos que he tomado una decisión y te comento: “He mirado tu oferta preguntándome si encajaría con lo que yo quiero. Al comparar me di cuenta de que otras opciones tenían un enfoque más cercano a mi perspectiva, y por eso tengo la sensación de que debo declinar tu propuesta”. La PNL entiende que no sólo estoy rechazando una determinada oferta, sino que además estoy expresando cómo he llegado a tomar esa decisión. En este caso estaría explicando cuál es mi estrategia de toma de decisiones y cómo están involucrados en ella los tres sistemas representativos: visual, auditivo y cinestésico. Las palabras que usamos son un reflejo de nuestra manera de pensar.
Nuestros sistemas sensoriales pueden trabajar de tres maneras diferentes: percibiendo estímulos externos, procesando los mismos y emitiendo señales visibles, audibles o palpables al exterior. Por tanto, cada ser humano realiza actividades del tipo “input”, procesamiento y “output”. El despliegue de las actividades sensoriales sigue un orden determinado de fases que cada uno, con el tiempo, ha desarrollado de manera más o menos espontánea en función de su utilidad. La PNL llama estrategias a estas secuencias de actividades sensoriales compuestas con arreglo a unas reglas determinadas.
Los seres humanos desarrollamos a lo largo de nuestro historial de aprendizaje un sinfín de estrategias (por ejemplo, para leer un libro, para limpiar una ventana o para tomar una decisión), aumentando así nuestro repertorio de conductas. Muchas de estas estrategias son adecuadas y eficaces. Muchas otras, sin embargo, son deficientes o simplemente no existen, en parte debido a que nuestro actual sistema educativo está mucho más enfocado a la transmisión de contenidos que a explicarnos cómo podemos aprender de una manera apropiada.
Por otra parte, una fobia es un ejemplo de estrategia muy deficiente. En una fobia, un determinado estímulo externo inicia una serie de acciones internas que culminan en una determinada representación interna que resulta terrorífica. Comprendiendo que se trata tan sólo de una estrategia, es posible analizar y recomponer la misma para producir unos resultados mucho más agradables.
Ejemplo de estrategia
Contamos con estrategias incluso para los actos más sencillos como, por ejemplo, leer. Durante la lectura dirigimos los ojos hacia las palabras impresas, con lo cual adquirimos una imagen visual externa. Después, pronunciamos esas palabras en nuestro interior mediante el sistema auditivo interno (la voz en la cabeza), y es al hacerlo cuando accedemos a todo el contenido asociado a esa palabra (significados, experiencias, emociones, etc). Esta es la estrategia más habitual para la lectura. Sin embargo, hay estrategias más eficaces.
Algunas personas pueden acceder a los contenidos de las palabras sin necesidad de utilizar el sistema auditivo interno. Es decir, no leen en voz alta en su interior cada una de las palabras, sino que al observar las palabras impresas acceden directamente a su significado. Mediante esta estrategia es posible leer mucho más rápido.
En muchos casos es relativamente sencillo corregir una estrategia deficiente; basta con diseñar la nueva secuencia y probarla. Sin embargo, en el caso de la lectura, la cohesión entre las fases de auditivo interno y el acceso al significado es tan potente que el lector es incapaz de abarcar el significado de las palabras limitándose a la vía visual. En tales casos es preciso recurrir a técnicas de modificación especialmente eficaces. De cualquier modo, será necesaria la voluntad y la práctica para hacer arraigar la nueva estrategia.
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